La influencia que el hormigón tiene en todos los aspectos de nuestra vida es imposible de minimizar. Por él, perduran muchas de las cosas que nos hacen la vida más fácil: las ciudades donde vivimos y trabajamos, las carreteras por donde nos desplazamos, los aeropuertos a los que nos dirigimos para volar hasta nuestros refugios vacacionales y los puertos en los que desembarca todo lo que consumimos. Hasta que no se lo dicen, uno no se imagina lo importante que es en realidad el hormigón.

Junto con el acero y los compuestos de madera, el hormigón (o concreto como es conocido en latinoamérica) es uno de los tres materiales de construcción más utilizado en el mundo.

Como esas cosas que siempre están ahí, y que por eso mismo nos pasan desapercibidas, no notamos que en torno al hormigón está emergiendo una de las mayores revoluciones desde que se popularizó.

Una trasformación de tanta envergadura atrae atención y considerables recursos. Todo ello está propiciando una profunda renovación del hormigón en su modo de elaboración y su uso.

De entre todas esas innovaciones disruptivas, podemos destacar 3 líneas principales.

1. La sostenibilidad ecológica.

La sostenibilidad ambiental es uno de los mayores retos con los que la humanidad se va a enfrentar en los años venideros. Las frecuentes reuniones internacionales sobre el cambio climático son masivamente seguidas por una sociedad que demanda acciones concretas que lo reviertan. La imagen de la joven activista sueca Greta Thunberg interpelando a la responsabilidad de todos en la supervivencia del planeta se ha convertido en un icono de nuestra época.

Las emisiones de gases de efecto invernadero —como el CO2— están provocando una subida general de las temperaturas del planeta. La industria del hormigón tiene un gran desafío en este asunto ya que, como nos dicen los científicos, producir una tonelada de cemento portland provoca la emisión de una tonelada de CO2 a la atmósfera.

Prestigiosos centros de investigación como el MIT de Estados Unidos están desarrollando métodos de hormigón más limpios:

• disminuyendo la dependencia del petróleo y el carbón como fuentes energéticas principales de su producción.
• mejorando los procesos químicos con los que se produce el cemento, que ahora emiten grandes cantidades de dióxido de carbono.

Una de sus líneas de investigación es un innovador proceso de elaboración basado en la electrolisis. Con él, se puede almacenar el CO2 —en vez de dejarlo escapar al aire— y utilizarlo en otros procesos productivos (por ejemplo, en la elaboración de bebidas carbonatadas).

2. La comunicación electrónica

Estamos en la era de internet. Este ha transformado radicalmente la economía y la cultura. Ya nadie se separa de la pantalla de su móvil o de su tablet.

Y a esta revolución no ha sido ajeno el sector de la construcción y más concretamente el hormigón, que ha visto como han evolucionado los procesos de comunicación entre los técnicos y los usuarios. Han surgido innovaciones que usan la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR), para hacer más rápida y barata la gestión del hormigón: su producción, su transporte y su uso.

• La realidad virtual da a los clientes una visión inmersiva de instalaciones y maquinarias complejas —como las plantas de producción de hormigón— sin necesidad de costosos desplazamientos, del tiempo de los clientes y de los técnicos que las muestran.
• La realidad aumentada comunica a los técnicos y los usuarios a través de las pantallas táctiles o gafas especiales en las que se combina la imagen real de las instalaciones, donde están físicamente los usuarios, con los comentarios y los dibujos de los técnicos, que pueden operar en remoto con la misma eficacia que si estuvieran presentes, gracias a las nuevas tecnologías de geolocalización.

En Frumecar, sabemos de la importancia de las tecnologías de realidad virtual y realidad aumentada, que ya aplicamos en la gestión de nuestras plantas. Ponemos innovación al servicio de la gestión del hormigón.

3. La inteligencia artificial (AI)

          Un sueño de la humanidad se está empezando a cumplir: que las máquinas funcionen por si mismas sin intervención humana.

También internet ha sido protagonista de esta trasformación revolucionaria. Conceptos innovadores como el Big data y el internet de las cosas (IoT) han contribuido a este logro.

El IoT, en concreto, facilita que las máquinas cooperen entre sí. Cada máquina dispone de sensores conectados a la red que informan de su funcionamiento. Con ese ingente flujo de información (en eso y no en otra cosa se basa el big data) los software de inteligencia artificial controlan todos los procesos de producción. De hecho, los expertos atestiguan que la mayor parte de las comunicaciones por internet en la actualidad se hacen entre máquina y máquina.

Las plantas de hormigón y las hormigoneras pueden coordinarse en tiempo real, detectar incidencias e, incluso, variar sus pautas de producción ajustándose a la oferta y la demanda en cuestión de segundos.

Frumecar dispone de los sistemas K2 y K2 Central que, bajo la lógica de la inteligencia artificial, garantizan una gestión integral de las plantas de producción de hormigón.

La innovación ha llegado al hormigón para quedarse por el beneficio económico que genera, por supuesto, pero más importante aún, por cómo mejora nuestra vida. Ahorra tareas tediosas y peligrosas a los usuarios y productores de hormigón y colabora a que el mundo sea más sostenible.

El hormigón no es solo nuestro pasado y presente, sino que se proyecta con toda su energía hacia el futuro. Un mañana en el que será sin duda uno de los actores principales de nuestras urbes e infraestructuras, que nos protegerá, pero que también nos impulsará hacia adelante.